sábado, 4 de octubre de 2008

ENEIDA II 1-18

¿Quién no ha traducido estos versos? (Y los que siguen...)

Callaron en fin atendiéndole todos.
Tal habló desde alto lecho el padre Eneas:
Dolor indecible me ordenas, oh reina,
renovar, la destrucción del lastimoso
poderío de troyanos y su reino
a manos de dánaos, miserias que vi
parte de ellas siendo. ¿Quién narrando tal,
Mirmidón, o de los dólopes, o sea
soldado de Ulises crüel, contendrá
las lágrimas? La húmida noche además
del cielo ya baja y los astros declinan
al sueño incitando. Si empero es tan grande
tu deseo de saber nuestras desgracias,
de oír resumido el supremo infortunio
de Troya, aunque el ánimo espantan tan tristes
recuerdos de luto espantable, comienzo.
Rechazados por el hado, transcurridos
tantos años ya, los jefes griegos cual
montaña edifican con arte divina
un caballo, que recubren de cortado
abeto, y lo fingen ofrenda a los dioses
para su regreso, y la fabulación
se propaga; mas selectos, sorteados
guerreros encierran ocultos...

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