- Fuga su un tema di Germanotta (Giovanni Dettori). Al piano, un amigo de G. Dettori.
- Prólogo y Acto I de L'Orfeo (Claudio Monteverdi). Jordi Savall y familia en el Liceo.
- Susanne un jour (Orlando de Lasso). Coro Vox Luminis.
- Chacona (Antonio Bertali). L'Arpeggiata y al violín Veronika Skuplik.
- Dúo "Pur ti miro" de L'Incoronazione di Poppea (Claudio Monteverdi). Cantan Philippe Jaroussky y Nuria Rial; otra vez L'Arpeggiata.
- Tarantella del Gargano (Tradicional). Media Aetas y canta Pino De Vittorio.
- Gesang der Jünglinge (Karlheinz Stockhausen). Música electrónica.
- Para Alina (Arvo Pärt). Al piano Jürgen Kruse.
- Summa (Arvo Pärt). Cantan Elora Festival Singers.
- Sinfonía nº 6, Tercer movimiento- Furiant (Antonin Dvorak). London Symphony Orchestra, Witold Rowicki.
lunes, 31 de agosto de 2015
Mis greatest hits del curso 2014/15
(Los apunto aquí por si viene el doctor Alzheimer y me los quita de la cabeza.)
sábado, 29 de agosto de 2015
Coplillas de un ciudadano de la tercera edad
DOGGEREL BY A SENIOR CITIZEN
Wystan Hugh Auden (1907-1973)
En mil novecientos y sesenta y nueve
mío este planeta llamar no se puede:
es decir, un mundo que fuerzas me dé
para bien a raya el caos tener.
Mis vistas queridas, mis climas soñados,
son una creación del tiempo eduardiano
cuando eran enormes los cuartos de baño
y nadie comía sin haber rezado.
Y los automóviles, y los aeroplanos,
son cacharros útiles aunque algo ordinarios.
Con máquinas sueño que movidas son
por aguas corrientes o por el vapor.
La razón me obliga; doy mi aprobación
a la luz eléctrica, pero no mi amor.
Mucho más respeto merece, a mi juicio,
una luz de gas en el descansillo.
Contra los fantasmas de casa luché,
mas de sus valores... de esos no dudé:
Creo que la ética protestante es práctica
cuando se trabaja -y también empática.
Cuando las parejas düetos cantaban
obscenas las deudas se consideraban.
Y continuaré hasta mi final
pagando en dinero lo que he de comprar.
El libro de misa con el que crecimos
era el redactado hace ya tres siglos:
y aunque algún sermón progre sea bueno,
cambiar la liturgia ha sido el infierno.
Como siempre el sexo era -por supuesto-
el más atractivo de entre los misterios.
Pero los kïoskos en aquellos tiempos
no suministraban porno maniqueo.
Con buenas maneras un arte era hablar
como el abstenerse de peer y eructar:
Decir qué es peor no creo que pueda,
si es el verso libre o la antinovela.
Ni son mis amigos esos profesores
que mitos y símbolos remueven y roen:
un hombre de letras yo me considero
a quien superiores leen, o eso espero.
Permisividad... ¿Quién dirá que ha sido
una gran mejora en lo educativo?
¡Más cuerdas las clases donde me senté
y latín y griego forzado estudié!
Aunque esta palabra me suene muy mal...
si existe una brecha generacional,
¿de quién es la culpa? Del joven o el viejo
que aprender no quiere su idioma materno.
Pero Amor, al menos, es un cierto estado
que ni está de moda ni de ella ha pasado.
Y, es verdad, algún buen amigo tengo
con quien como y charlo en cualquier momento.
¿Yo un inadaptado? ¡Tonterías! Es que,
como un somatén que con ello debe
mantener refriegas, me siento en mi hogar
fundamentalmente con lo que es Real.
Original: aquí
domingo, 23 de agosto de 2015
Parnaso español, 1914
En 1914 se publicó en Barcelona una colección de poesías titulada "Parnaso Español Contemporáneo. Antologia Completa de los mejores poemas", editada por la Casa Maucci y "esmeradamente seleccionada por José Brissa".
El señor Brissa, nacido en Madrid en 1868, periodista y poeta, traductor y editor, debió de ser una figura interesante. En el Apéndice a la Enciclopedia Espasa se resume su vida hasta 1931. ¿Qué sería de él durante los años, agitados y violentos, que a partir de entonces se sucedieron en España y en Europa? No he podido averiguarlo... En cualquier caso, era hombre de gustos poéticos amplios y eclécticos. Escribe en las "Cuatro palabras al lector" que hacen de prólogo,
Ábranse las puertas del Parnaso para todos estos poetas -me he dicho- que si alguno no lo es de verdad, tiempo y lugar habrá para que se censure la intromisión, cargándome a mí de ella la completa culpa.
En su generosidad recoge obras de 195 autores, nada menos; heterogéno conjunto donde aparecen poetas de todas las escuelas y rangos, desde un futuro premiado Nobel (Juan Ramón Jiménez) hasta modestos versificadores provincianos nunca conocidos por las masas letraheridas y olvidados hoy hasta por su descendencia.
Hojear las páginas de viejas antologías poéticas como esta es ejercicio que me atrevería a recomendar a todo escritor de poemas e incluso a cualquier persona curiosa. Nos saltarán a los ojos los lugares comunes de aquella época y los tópicos que entonces no se consideraban tales, sino signos de modernidad y manifestaciones del espíritu del tiempo. Y, tras alzar las cejas y sonreír con displicencia -¿qué otra cosa podríamos hacer, aburridos por la reiteración de las mismas palabras, las mismas imágenes y las mismas técnicas?- quizás nos percatemos de que las antologías de hoy -las antologías que contienen la poesía que nos parece "profunda" e "interesante"- están destinadas a producir los mismos efectos en sus posibles lectores de dentro de un siglo.
Pero basta de reflexiones morales. En realidad, el mayor placer que se obtiene hojeando estos libros es el de descubrir poemas desconocidos, escritos por poetas olvidados, capaces de golpearnos con toda su fuerza, aún no disipada, como el tapón del vino espumoso al abrir la botella. Traigamos dos ejemplos muy diferentes. He aquí el primero:
[...]
A media noche duerme el accionista
sobre blandos colchones,
y aun en sueño le pasan por la vista
dividendos, billetes y cupones.
El minero, en su choza miserable,
sobre el jergón dormita,
y en sueños ve pasar inolvidable
su constante ilusión : ¡la dinamita!
Un anciano Nicolás Estévanez escribió estos versos en 1913, un año antes de morir. Si decimos que el señor Estévanez participó en innumerables revoluciones y, según algunos, fue quien trajo de Francia la bomba que arrojó Mateo Morral, quizás el poema nos perturbe un poco más.
Y ahora otro ejemplo muy diferente: un poema que, no sé por qué, me ha causado una impresión profunda y perdurable:
-¡Nelo, apareja tu barca,
que a la aurora has de partir!
-Remeros de la comarca
no me han querido seguir ...
¡Si la princesa me embarca,
su Cisne ... he de conseguir!
-¡Hazte a la mar! -Honda y zarca
voy su extensión a medir...
Con matinal ventolina,
de gaviotas claro estol,
y sobre el agua hialina
un encendido arrebol...
pasa una vela latina
bajo la zona de sol.
He aquí un perfecto soneto modernista. Todo en él me seduce: el verso octosilábico, tan poco usado para esta estrofa; la alternancia de rimas llanas y agudas; las palabras cuidadosamente escogidas; el ambiente misterioso y legendario... ¿Quién lo escribió? La Condesa del Castellá es el nombre que lo encabeza. ¿Y quién era esta condesa? Doña Isabel María del Carmen Castellví y Gordon, décimo primera condesa de Carlet y condesa del Castellá nació en Madrid en 1865 y murió en 1949. Devota de Wagner y de Rubén, durante muchos años mantuvo un célebe salón literario en Barcelona. Conferenciante y articulísta, publicó también un libro de poesía: "Poema del cisne", Librería de Hernando, Madrid 1911. Y en ese libro, perdido entre abundante ganga rubeniana, aparece el oro puro del soneto que hemos transcrito.
viernes, 21 de agosto de 2015
Algunas cosas que han olvidado los animalistas...
... y que les recuerda el conde José de Maistre desde su exilio en San Petersburgo.
En los vastos dominios de la Naturaleza viviente reina una violencia manifiesta, una especie de rabia prescrita que arma a todos los seres "in mutua funera" [para su mutua destrucción]; desde que abandonáis el reino de lo insensible encontráis el decreto de la muerte violenta escrito en las mismas fronteras de la vida. Ya en el reino vegetal se empieza a sentir la ley: desde la inmensa catalpa a la más humilde de las gramíneas, ¡cuántas plantas mueren y cuántas son muertas! Pero desde que entráis en el reino animal la ley adquiere de repente una espantosa evidencia. Una fuerza, a la vez escondida y palpable, se muestra ocupada de continuo en poner al descubierto por medios violentos el principio de la vida. En cada una de las grandes divisiones de la especie animal ha escogido cierto número de animales y les ha encomendado devorar a los demás: hay insectos de presa, aves de presa, peces de presa y cuadrúpedos de presa. No hay un instante en que un ser vivo no sea devorado por otro. Y por encima de estas numerosas razas de animales está situado el hombre, cuya mano destructora no olvida nada de lo que vive: mata para alimentarse, mata para vestirse, mata para adornarse, mata para atacar, mata para defenderse, mata para instruirse, mata para divertirse, mata por matar. Rey soberbio y terrible, lo necesita todo y nada se le resiste [...] ¿Y esta ley se detendrá ante el hombre? Sin duda que no. ¿Y qué ser exterminará al que extermina a todos? Él. Es el hombre quien está encargado de degollar al hombre [...] ¿No oís a la tierra que grita y reclama sangre? La sangre de los animales no le basta [...]
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