Tú invicto Hileo y Folo inmolas fuerte
por tu mano -los centauros que de nubes
nacieron- y monstruos de Creta, y al grande
león de la roca nemea das muerte.
Estigias lagunas temblaron por ti;
por ti el guardador del Infierno tembló
recostado sobre huesos remordidos
allá en su sangrienta escondida caverna.
Mas tú no temiste apariencia ninguna
ni al mismo Tifeo arriscado y sus armas;
y al cercarte con su turba de cabezas
firme la hidra en Lerna pudo verte.
¡Salve, oh tú en verdad de Jove prole, aumento
de la gloria de los dioses! Y propicio
con pie favorable a nosotros acude
y a tus ritos.
Hércules es modelo de conducta para los estoicos. Dice Epicteto:
Hércules, puesto a prueba por Euristeo, no se consideró jamás infeliz; por el contrario, ejecutaba con la mayor diligencia y perfección los difíciles trabajos que el tirano le encomendaba. Entonces, ¿cómo tú, puesto a prueba por los dioses -a quienes tanto debes, empezando por tu nacimiento- osas lamentarte y dejar oír entre gritos tu desgracia?... ¡Qué cobardía! ¡Qué miseria!
lunes, 13 de junio de 2011
sábado, 4 de junio de 2011
Los peligros de la selectividad universitaria
El Gran Monasterio de Nalanda (Nālandā Mahāvihāra), fundado allá por el siglo V de nuestra era en uno de los refugios favoritos de Buda, fue la principal entre las instituciones consagradas al estudio y la enseñanza de las doctrinas budistas. A él acudían estudiosos de toda Asia; uno de ellos, el chino Xuanzang, que residió en el monasterio en el s. VII, dictó a sus discípulos un libro llamado Dà Táng Xīyù Jì, "Relación de las Regiones Occidentales" (Si Yu Ki), donde narra sus viajes y describe lo que en ellos vio. Así habla Xuanzang del monasterio de Nalanda:
"Los monjes, en número de varios millares, son hombres del mayor talento y capacidad. En los tiempos presentes su mérito es muy grande y hay muchos centenares cuya fama se ha extendido rápidamente por distantes regiones... De la mañana a la noche están ocupados en debates: el viejo y el joven se ayudan mutuamente. Quienes no pueden discutir cuestiones extraídas del Tripitaka reciben poca consideración y deben esconderse avergonzados. Muchedumbres de hombres eruditos de diversas ciudades, deseosos de adquirir prontamente renombre en los debates, vienen a resolver sus dudas y a continuación la corriente de su sabiduría se difunde por doquier. Por esta razón algunos usurpan el nombre de alumnos de Nalanda y en consecuencia son honrados en sus idas y venidas. Si personas de otros lugares quieren entrar y tomar parte en las discusiones, el guardián de la puerta les propone alguna cuestión difícil; muchos no son capaces de responder y se retiran. Es necesario haber estudiado profundamente tanto los libros antiguos como los nuevos antes de conseguir ser admitido. Por ello, los estudiantes que llegan como extraños tienen que mostrar su capacidad mediante difíciles debates: los que fracasan, en comparación con los que tienen éxito, son 7 u 8 de cada 10."
¿Qué fue de este emporio del saber y de su célebre biblioteca, donde se atesoraban cientos de miles de manuscritos y se conservaban todos los saberes de la India budista? Tuvo un triste final: en 1193 el caudillo turco Bakhtiyar Khilji, fanático musulmán, saqueó el monasterio, asesinó a los monjes y prendió fuego a la biblioteca; el incendio duró varios meses y el humo de los manuscritos formó una nube que ensombreció la comarca largo tiempo.
Pero, ¿qué tiene que ver este lamentable episodio de intolerancia con la selectividad universitaria? Os daré la respuesta: según ciertas tradiciones tibetanas, aquellos incendios fueron causados, en última instancia, por las maldiciones de algunos visitantes del monasterio que se resintieron del duro trato intelectual recibido de los monjes.
Quizás por ello, y para evitar males mayores, nuestras autoridades educativas -que, como newageros de pro, conocen al dedillo la historia del budismo y sus escuelas- han decidido que todos aquellos que lo deseen ingresen en las universidades y que, tras ser blandamente tratados en ellas, todos ellos egresen con el correspondiente título bajo el brazo.
"Los monjes, en número de varios millares, son hombres del mayor talento y capacidad. En los tiempos presentes su mérito es muy grande y hay muchos centenares cuya fama se ha extendido rápidamente por distantes regiones... De la mañana a la noche están ocupados en debates: el viejo y el joven se ayudan mutuamente. Quienes no pueden discutir cuestiones extraídas del Tripitaka reciben poca consideración y deben esconderse avergonzados. Muchedumbres de hombres eruditos de diversas ciudades, deseosos de adquirir prontamente renombre en los debates, vienen a resolver sus dudas y a continuación la corriente de su sabiduría se difunde por doquier. Por esta razón algunos usurpan el nombre de alumnos de Nalanda y en consecuencia son honrados en sus idas y venidas. Si personas de otros lugares quieren entrar y tomar parte en las discusiones, el guardián de la puerta les propone alguna cuestión difícil; muchos no son capaces de responder y se retiran. Es necesario haber estudiado profundamente tanto los libros antiguos como los nuevos antes de conseguir ser admitido. Por ello, los estudiantes que llegan como extraños tienen que mostrar su capacidad mediante difíciles debates: los que fracasan, en comparación con los que tienen éxito, son 7 u 8 de cada 10."
¿Qué fue de este emporio del saber y de su célebre biblioteca, donde se atesoraban cientos de miles de manuscritos y se conservaban todos los saberes de la India budista? Tuvo un triste final: en 1193 el caudillo turco Bakhtiyar Khilji, fanático musulmán, saqueó el monasterio, asesinó a los monjes y prendió fuego a la biblioteca; el incendio duró varios meses y el humo de los manuscritos formó una nube que ensombreció la comarca largo tiempo.
Pero, ¿qué tiene que ver este lamentable episodio de intolerancia con la selectividad universitaria? Os daré la respuesta: según ciertas tradiciones tibetanas, aquellos incendios fueron causados, en última instancia, por las maldiciones de algunos visitantes del monasterio que se resintieron del duro trato intelectual recibido de los monjes.
Quizás por ello, y para evitar males mayores, nuestras autoridades educativas -que, como newageros de pro, conocen al dedillo la historia del budismo y sus escuelas- han decidido que todos aquellos que lo deseen ingresen en las universidades y que, tras ser blandamente tratados en ellas, todos ellos egresen con el correspondiente título bajo el brazo.
Etiquetas:
budismo,
selectividad,
universidad
Suscribirse a:
Entradas (Atom)