Shijing, nº 33
Volando van los faisanes,
con sus plumas y sus alas.
¡Ay! Mi propio corazón
estos dolores me causa.
Volando van los faisanes,
arriba y abajo cantan.
¡Ay! Mi señor, en verdad,
pesar me puso en el alma.
Veo otro día y su noche,
pensativa y apenada.
Dicen que el camino es largo.
¿Cuándo dirán su llegada?
De vosotros, caballeros,
la virtud es ignorada.
Quien ni envidia ni codicia
es bueno, ¿quién lo negara?
Dice Couvreur: "La femme d'un officier loue le calme, le dévouement de son mari, et soupire après son retour. Elle souhaite qu'il s'abstienne de tout mal, afin que le ciel le protège et le ramène sain et sauf."
Sea como fuere, los dos versos finales son citados en las Analectas 9.27 por Confucio, quien afirma que hace falta algo más para ser perfecto.
domingo, 24 de enero de 2010
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