lunes, 1 de octubre de 2012

Guía de perdedores

La persona y la obra de Luis Cencillo (Madrid 1923 - 2008) merecerían ser más conocidas; pero lo espeso de su prosa, lo denso de su erudición y lo nuclear de su cristianismo quizás hayan espantado a editores y lectores habituales de manuales de autoayuda. Reproducimos aquí algunos pensamientos extraídos de su Guía de Perdedores , Fundación Cencillo de Pineda, Madrid 1992.
Vivir más allá de los cuarenta supone un peso tal, que pocos se encuentran preparados para soportarlo.
La vida no la hacemos -como decía Ortega- sino que nos resulta.
La vida es un cúmulo de precios que pagar y de cargas que soportar que, sin la justificación de estar construyendo algo, acaba siendo insoportable.
La verdadera liberación ha de comenzar precisamente por el reconocimiento del "casi nada" de las cosas, como extensión de la propia insignificancia.
La sociedad occidental ha hecho todo lo posible para impedir la realización natural del hombre.
Todos piensan que hay que pedirle mucho a la vida, pero no esperan demasiado de ella.
Se nace ya perdido, y no se soluciona esta pérdida radical con aprender a ser un ganador.
La vida es una trayectoria, y toda trayectoria va a alguna parte. Lo trágico es que la mayoría no sabe a qué parte ha de ir.
El mundo humano no es una exposición, sino un taller donde se aprende y que, cuando se ha aprendido, hay que abandonar por una exposición que está en otra parte.
Se existe no para ganar, sino para ganarse.

viernes, 27 de abril de 2012

El deseo de saber

D. Juan Moneva y Puyol publicó en Zaragoza en el año de 1933 un bello libro en diciseisavo titulado Paremias. De él se imprimieron 500 ejemplares, uno de los cuales (el número 284) acompañó largo tiempo a mi padre.
 El libro contiene una colección de pensamientos para cada día del año, sacados de innumerables autores, y se abre con uno de San Bernardo de Claraval (Sermones super Cantica Canticorum, 36):
Pues hay quienes quieren saber con el fin solo de saber: y es torpe curiosidad.
Y hay quienes quieren saber para ser conocidos: y es torpe vanidad.
Y hay quienes quieren saber para vender su ciencia, por dinero, por honores: y es torpe comercio.
Pero también hay quienes quieren saber para edificar: y es caridad.
Y hay quienes quieren saber para ser edificados: y es prudencia.
¿Qué nos mueve a los redactores y lectores de blogs? ¿La curiosidad, la vanidad, la caridad, la prudencia? Una cosa es segura: no nos mueve el torpe comercio.